Cuando la imagen de Einstein aún no era muy conocida (por el año 1910), su conductor le dijo que había asistido a tantas conferencias suyas que se sabía de memoria todas su teorías. Einstein, que tenía una visión divertida de la vida, le propuso un juego entre ambos, que intercambiarían los papeles en un auditorio de provincias, y el chofer daría la conferencia. Nadie se estaba dando cuenta del cambiazo y la audiencia creyó que tenían delante al genio. Einstein se divertía mucho hasta que alguien del público formuló una pregunta que el ponente-chofer no sabía cómo responder. El falso conferenciante contestó entonces: "Esa pregunta es tan fácil que hasta mi chofer la contestaría... y de hecho lo va a hacer".
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Vaya! Esto fue tan singular como el echo de que Tomas A. Edison le temía a la obscuridad...
ResponderEliminarNo cabe duda que la realidad siempre supera a ficción!
ResponderEliminarCarlos, tu link al artículo completo está mal... hay que quitarle un punto al final
ResponderEliminarMuy buen artículo, seguro me lo exporto a http://www.gogo.mx
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ResponderEliminarAngel,
ResponderEliminarGracias por visitar el blog y gracias por tu consejo. Al parecer ya funciona el enlace.